Claudia Echenique- Actriz, Realizadora Cinematográfica, Directora Teatral, Magíster en Pensamiento Contemporáneo, Doctora en Artes, charlista Espacio Tertulia
Gran parte del trabajo de dirección que he realizado, sobre todo en los últimos años, de forma muy intensa, ha estado orientado a llevar teatro a lugares donde las comunidades no tendrían posibilidad ninguna de ver un espectáculo teatral por cuenta propia. La motivación nace de la creencia que el teatro como lenguaje crítico y polisémico, tiene mucho que ofrecer en cuanto a la impronta que puede dejar entre sus espectadoras y espectadores, así también como de la certeza que la cultura entendida como un bien que transmite herramientas de conocimiento, satisfacción espiritual, capacidad de orientar por medio de su lenguaje, incluyendo valores, placeres estéticos, tiene un efecto transformador a corto y largo plazo.
Jorge Dubatti nos habla del acontecimiento compartido en donde el convivio de los cuerpos presentes realiza este acto cronotópico que mantiene la unidad de espacio y tiempo, pero que trasciende lo ontológico, produciendo un salto de sentido respecto del espesor de la vida cotidiana, pudiendo convertirse en una experiencia transformadora, que él llama abducción poética. (DUBATTI, 2011, p.34)Creo que la mayor cantidad de personas que dedican su vida al teatro y lo eligen como profesión, lo hacen por que en algún momento de su niñez o adolescencia presenciaron algún espectáculo que los conmovió de una manera tan profunda que se sintieron llamados a formar parte de esa producción mágica que invoca una utopía. Cuando lo que sucede sobre la escena golpea fuertemente los fundamentos del ser humano, éste nos invita a conectamos con eso inmaterial que está cargado de fuerzas movilizadoras que nos impelen a seguir ese camino. Podemos decir que en determinadas ocasiones la conmoción producida por la abducción poética puede despertar en el espectador una vocación, en dónde nos sentimos invitados a formar parte de esa cofradía que, creando territorios ficcionales, abre paso a los sueños en busca de generar cambios significativos en el ser humano y en la sociedad.
A finales del siglo pasado siendo una directora con varios años de años de experiencia en el oficio, veía como nuestros esfuerzos en el teatro independiente, se consumían recaudando fondos para lograr realizar nuestras obras y una vez terminadas las experiencias artísticas para los cuales habían sido solicitados los fondos, quedábamos en tabula rasa, para tener que volver a partir nuevamente desde cero. Esto me llevó a pensar que era relevante poder tener un espacio propio donde desarrollar nuestros proyectos de creación y que pudiésemos establecer como un lugar de trabajo, algo más permanente. La posibilidad de tener un teatro era económicamente imposible. Fue inspirada en García Lorca y su teatro La Barraca que sentí la necesidad de construir un teatro, que pudiese servir de escenario para circular con nuestras creaciones por diferentes lugares de Chile. Creado por Herbert Jonkers y construido sobre un carro de arrastre nació el Teatro Móvil Magdalena (TMM). Con un diseño que hasta hoy resulta innovador, este carro se abre desplegando nueve tarimas en altura que son utilizadas como escenarios abiertos. Al cerrarse para su traslado, el TMM se convierte en bodega para guardar utilerías y vestuarios, utilizadas durante las presentaciones. Este carromato fue equipado con iluminación y sonido para tener un funcionamiento autónomo y ha circulado itinerando por plazas, explanadas, poblaciones, cárceles, hospitales, hogares de menores, canchas de fútbol y diferentes lugares desde hace de más de 20 años. Siempre entendiendo que somos profesionales y queremos ser vistos por la mayor cantidad de gente posible, hemos buscado la manera de financiar nuestras presentaciones de forma indirecta, pero sin tener que cobrar una entrada fija a nuestros espectadores. El teatro que demanda una entrada y que tiene una boletería está estableciendo reglas basadas en el dinero. Diferencia a quienes tienen dinero para garantizar el acceso y a quienes no. Nuestra política, es que el dinero no sea impedimento para poder participar de los espectáculos: Siempre se dice la entrada es gratis y que la salida no lo es tanto, cuando se invita a colaborar con lo que se pueda y quiera, en la pasada de gorra al final de la función.
Nos parece que el dinero no puede ser un impedimento para dejar a unos fuera y otros adentro. Por medio de la postulación a fondos concursables hemos levantado nuestros espectáculos y generado sueldos para los actores y colaboradores, financiando funciones que serán sin costo para el público.
El Teatro Móvil es un escenario que también se ha convertido con los años e
n una especie de teatro escuela, donde muchos profesionales recién egresados y que han sido ex alumnos, han pasado a colaborar con nosotros sobre las tablas, complementando su formación, con las experiencias itinerantes, insertos en la comunidad misma. Sin duda este es un teatro que requiere de esfuerzo y en él hay que trabajar, no solo la sensibilidad artística pero también la fuerza física y la proyección gestual y vocal, respondiendo a los grandes niveles de exigencia que demanda el teatro al aire libre, muchas veces realizando funciones de día y compitiendo con el sonido de la ciudad. En estos 25 años el aprendizaje ha sido infinito, pero por sobre todo hemos pasado el tiempo de manera gratificante y veloz, compartiendo lo señalado por Vladimiro cuando en Esperando a Godot, se sorprende ante como pasa el tiempo cuando uno se divierte.
El Teatro Móvil Magdalena tiene un prontuario artístico que se ha dividido en dos etapas. La primera etapa fue dada por lo que llamamos la trilogía de los oficios, que fue dándose sin querer, donde la primera obra escenificada y para lo cual fue construido el teatro móvil, gracias a un financiamiento de la Comunidad Económica Europea, fue la historia de Ofelia y su mágico teatro móvil, adaptación de un cuento de Michael Ende (conocido por La historia sin fin ) que relata como un viejo teatro debe cerrar sus puertas por falta de público quedando la vieja consueta o apuntadora, cesante. La noche antes de partir, Ofelia escucha a las sombras de los personajes, que han pasado su vida sobre las tablas, vagar consternados por entre las butacas y los bastidores sin saber qué hacer. La vieja Ofelia se compadece de los espectros y abre su cartera invitando a los fantasmas a seguirla hasta su casa ya que el teatro será demolido y perderán su refugio. De noche, sola en su pensión, ella abre su cartera y los personajes salen a actuar y divertirse provocando revuelo. Finalmente, luego de ser despedida de la pensión en que vive, por los alborotos nocturnos, debe irse con sus amigos, a buscar donde vivir. La suerte para Ofelia está color de hormiga, hasta que las sombras al ver a la viejita tan triste y abatida, se organizan y arman un teatro de sombras que los hace olvidar sus infortunios. La gente al ver estas sombras actuando comienza a arrojarles monedas por sus interpretaciones y así empiezan a itinerar por diferentes países que los invitan a presentar su espectáculo. Esta, como las obras que siguieron, fueron destinadas a un público familiar. Nunca exceden los 60 minutos de duración y con el tiempo se ha evidenciado que a mayor número de espectadores más necesidad de amplificación. Inmediatamente después vino La Tierra Anterior, escrita por la dramaturga Patricia Araya, en colaboración con la compañía dónde un mecánico y una lavandera deben salvar los destinos de la humanidad después del cataclismo climático. Esta historia estaba basada en una mujer chilena, Tránsito Adela Torrejón, una lavandera de oficio que nos inspiró por sus perspectivas solidarias y los simbolismos relacionados con la acción de lavar. Cerramos la trilogía de los oficios, con la adaptación de una novela que contaba la historia de Nagy un idealista que tenía el sueño de volar, y que después de una vida dedicada a construir aparatos para lograrlo, muere en el intento, no sin antes haber contribuido a la historia de la aviación. Después de esta primera etapa, el carromato pasó por un periodo de hibernación estacionado en el Campus Oriente de la Universidad Católica. Camino a mis clases, diariamente veía el carro y como este se iba deteriorando en su soledad, hasta que un buen día el carro no estaba. Consternada corrí hasta la oficina del administrador quien me aclaró que el carro había sido movido para podar unos árboles, pero la verdad era que el rector y algunas autoridades universitarias visitarían el campus ese día y este carro tan deteriorado no causaba buena impresión, por lo que fue movido a un rincón donde no se viera. Esto fue suficiente, como para movilizar nuevamente su energía y así con la ayuda de jóvenes alumnos actores, decidimos reactivarlo y refaccionarlo, queríamos hacer Shakespeare para todos y así retomamos la actividad de la compañía Shakespere & Co, que postuló a nuevos fondos para realizar sobre el TMM una versión de La Tempestad y luego otra de El Mercader adaptada a rimas en clave de rap. Aún después de tres años El Mercader continua con sus presentaciones. Estas adaptaciones de Shakespeare, tuvieron temporadas en el Centro Cultural Matucana 100 y realizaron giras itinerantes por numerosos centros culturales plazas, colegios y diferentes espacios públicos.
Me parece relevante compartir una de las experiencias más significativas para la compañía y que ocurrió el 2018, cuando recibimos una invitación desde el Ministerio de Cultura para ir con nuestro espectáculo El Mercader, cuyo tema principal es la justicia, a centros de detención penitenciarios, para ser presentada ante los reclusos. Esta no es una gestión fácil de realizar si se hace de forma independiente, pero de la mano del ministerio el acceso y la burocracia en cuanto a los trámites necesarios para gestionar la entrada estaban garantizados. Cuando vivimos la vida de forma cotidiana, no estamos pensando en las personas que han sido condenadas a cumplir una sentencia privados de libertad. Más bien, estas personas nunca están formando parte de nuestro imaginario. Pero existen y viven dentro de muros y rejas, enajenados de casi toda cuestión social, donde la posibilidad de participar del convivio teatral es un evento extraordinario. Tuvimos la oportunidad de compartir nuestra obra, El Mercader de Shakespeare que adaptada al rap con un lenguaje muy rítmico y comprensible discute y se pregunta:
¿Qué es la justicia?
¿Consiste en lo legal?
¿Pero si ello se riñe
Con la moral?
Aquí hay una crisis
Que se ha desatado…
El fracaso del
modelo ilustrado[1]
Ponernos en contacto con una comunidad de personas privadas de libertad, nos obliga a sostener, que la idea de abrir un campo de trabajo cultural al interior de cárceles tiene sentido en lo inmediato, por el contacto producido durante el convivio, que sin duda tiene enorme potencia para todos los presentes, pero que solo puede realizarse de manera profunda, si es sostenida en el tiempo, vinculada a programas permanentes y si existen políticas públicas destinadas a tomar en serio la necesidad que existe para mejorar la vida de los reclusos y enfocarse su reinserción a una vida digna en libertad.
Visitamos cuatro diferentes centros de reclusión, algunos de alta seguridad y en cada uno de ellos vivimos experiencias únicas. Es en esos momentos de intensidad donde todo el trabajo que se ha realizado durante años cobra sentido y el contacto entre actores y espectadores se vuelve significante, produciéndose experiencias transformadoras. Como están prohibidos los celulares siempre tuvimos la total atención de los espectadores y en todas las funciones se podía percibir un silencio casi audible, que enmarcaba lo excepcional del momento tanto para el público como para la compañía.
La primera que realizamos fue en Colina II y se desarrolló con una participación muy respetuosa por parte de los espectadores, pero fue al concluir, que realmente percibimos cuán importante son estas pequeñas iniciativas. Un aplauso estremecedor, fue seguido de agradecimientos personales y abrazos conmovedores. En Colina I, fue incluso más extraordinario pues el grupo de teatro de la prisión nos había solicitado la adaptación del texto de Shakespeare que habíamos realizado y montaron para nosotros la primera escena. Hicimos juntos la preparación vocal y física previa a la función y luego nos mostraron el trabajo que habían realizado sobre nuestro texto. Una experiencia inolvidable fue ser espectadores de nuestra propia obra interpretada por este grupo de hombres que, aunque privados de libertad, viajaban en su imaginación a Venecia para enredarse en la trama del mercader, que cuestiona la eficacia de la justicia. Son estos los momentos significativos que cohesionan el trabajo teatral de una compañía, porque a pesar de que ni siquiera sabemos los nombres de esas personas y probablemente nunca más nuestras vidas vuelvan a cruzarse con ninguno de ellos, ese gesto de intercambio y de encuentro por medio del teatro es algo que guardaremos en la memoria como un evento notable, por lo invaluable de la experiencia desarrollada entre personas que juegan juntas a ser otros contando historias. Shakespeare tiene esa capacidad de hablar transversalmente a todo público y de involucrarnos de tal manera en la acción que se desarrolla sobre el escenario, que hasta nos olvidamos que estamos asistiendo a un espectáculo. Para los espectadores ser transportados desde su realidad concreta a una ficcional es siempre una fuente de placer que provoca satisfacción. Comprobamos que todo ser humano posee esa capacidad de trascender su espacio y tiempo propios para penetrar en aquellas zonas misteriosas y desconocidas que nos proponen estos artífices, creadores virtuosos de eventos simulados pero que nos involucran de cuerpo entero, enajenándonos de nuestro propio contexto.
El Colectivo Obras Públicas, que cumple 10 años desde su conformación, tiene cuatro obras a su haber. La trilogía ciudadana compuesta por Clotario, Brigadas y Constitución y una segunda trilogía en construcción, sobre la identidad que hasta el momento está compuesta por Menores y Estrellar que debería estrenarse el 2021. Hemos desarrollado un trabajo sostenido en el tiempo realizando funciones en el espacio público con obras continúan vigentes y vuelven a ser representadas ante diferentes comunidades donde nuestras obras se han orientado a la revisión de nuestra memoria histórica por medio de las creaciones que ponen en valor figuras históricas, procesos de creación colectivas y nociones de ciudadanía y convivencia por medio de nuestras cartas fundamentales y pactos sociales. Con las tres primeras piezas, hemos querido contribuir a relevar la importancia de pasar de la noción de ser personas individuales a convertirnos en ciudadanos por medio de la participación social, la integración al colectivo y de la pertenencia a la comunidad, de manera consciente.
En la obra Clotario, concebida para el espacio público, se destaca la figura del líder sindical chileno Clotario Blest Riffo que fue un hombre que entregó su vida a la formación de los sindicatos para luchar por los derechos de las y los trabajadores chilenos. Realizando un recorrido por el pensamiento libertario y la acción comprometida de este hombre ejemplar se realiza también un itinerario por los momentos históricos más emblemáticos del país y los procesos más significativos que han dado pie a los quiebres y cambios sociales. Trabajando principalmente con teatro físico y musical, siempre de la mano de Brecht, pudimos desarrollar un lenguaje fuertemente basado en lo gestual donde lo sintético, visual y expresivo invitan a que los espectadores pueden reconocer su historia de forma lúdica y dinámica.
La segunda obra del Colectivo se llama Brigadas y aborda el trabajo desarrollado en Chile entre los años sesenta y setentas por grupos de propaganda política que comienzan a utilizar los muros de la ciudad como lienzos donde expresar sus ideas. Estas iniciativas, en un comienzo espontaneas, se van transformando y especializando con el tiempo hasta convertirse en brigadas de muralistas que organizados, tienen a su cargo el trabajo de realizar la propaganda política de sus diferentes partidos. Con estas dos obras tuvimos la oportunidad de viajar a Brasil al festival universitario de Blumenau, ganando el premio del público.
Nuestra tercera obra Constitución, se propuso compartir con la comunidad la imperativa necesidad de que Chile discutiera la relevancia de una nueva carta magna. Para ello tuvimos que realizar una exhaustiva investigación acerca de lo que significa la educación cívica para la ciudadanía y de cómo fueron elaboradas las diferentes constituciones políticas que han regido la nación. Esta tarea no resultó nada fácil porque tuvimos que adentrarnos en temas áridos que requerían ser traducidos a lenguajes teatrales comprensibles y atractivos para un público diverso y ojalá numeroso. Profundamente motivados por la necesidad de instalar la discusión entre los habitantes de la ciudad la obra por medio de coros ciudadanos declaraba;
Habitando, construyendo
Caminando, transitando
Trabajando, recordando
Habitando, construyendo
Caminando los lugares.
Transitando y viviendo
Obedeciendo los deberes.
Somos voces caminantes
Recordamos el pasar.
Indignados, resistentes,
Exigimos bien estar.
Habitando, construyendo
Caminando, transitando
Trabajando, recordando.
(ECHENIQUE, ZAGAL, CONTRERAS, DEL RIO. Trilogía Ciudadana, p141.)
[1] La adaptación de El Mercader de Venecia de William Shakespeare a rap realizada por Claudia Echenique no se encuentra publicada.
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